lunes, 5 de diciembre de 2016

PANCHO EL MAMARRACHO Y CÓMO NO LIGAR CON RESACA


SI TE PREGUNTAN, NOS CONOCIMOS EN EL SUPERMERCADO Y YO NO TENGO TINDER, 2ª PARTE 


Pongámonos en situación:  

Tres amigas, por encima de los 35 años, solteras, de fin de semana de escapada a la playa. Nos damos a las cenas elegantes empezando con un buen Cosmopolitan, como si acabáramos de salir de la serie Sexo en Nueva York, para perder todo el glamour al hacerse de día en el típico garito rockero donde se juega al billar.
En fin, ahí estábamos las tres, compartiendo unas risas con nuestro cóctel, para posteriormente pasar a una botellita de vino y luego a otra botellita de vino, etc. y la App de ligoteo de turno abierta porque, CONFESEMOS, cuando sales de tu ciudad piensas que TODOS los macizos del mundo estarán allí esperándote y tampoco importa tanto la distancia.... Y yo, cuál directora de casting en plan: este sí, este no, este sí, este no, y voilá... ¡MATCH! Total, que empezamos a hablar.

He de decir que me encanta la ironía y no hay nada que me parezca más atractivo que un hombre que me desafíe intelectualmente con juegos de palabras y que tenga un humor inteligente, pero lo de PANCHO… Lo de Pancho no era humor ni era ironía, iba mucho más allá, me soltaba unas vaciladas que me hacían dudar de si ese tío era un GILIPOLLAS INTEGRAL o solo un TONTO A LAS TRES.
Pero, a pesar de los comentarios de mis amigas, que insistían en que lo bloqueara, me picó la curiosidad y pensé: ¡para chulo tú, chula yo! Hasta que me harté y directamente le pregunté:

-“Pero tío, ¿tú eres realmente así? Porque me estás cayendo verdaderamente mal.”

A lo que contestó:

- “Pues tú me estás cayendo bastante bien.”

Y ese fue el resorte para que el intercambio de mensajes se convirtiera en una conversación normal con Pancho, y de ahí pasó a “vamos a tomarnos una copa”, a lo que no iba a aceptar, porque cuando estoy con amigos no planeo ligues. Así que le dije que ya veríamos si quedábamos otro día, porque esa noche ya tenía planes y él no entraba en ellos.

La noche del sábado acabamos en el garito de rock en cuestión, cantando y bailando al son del grupo de música invitado y jugando al billar con nuestros tacones y vestiditos totalmente fuera de contexto, pero sintiéndonos absolutamente hermanadas con los parroquianos del lugar gracias a la cantidad ingente de alcohol que llevábamos en vena.
El domingo no me desperté con resaca, no, me levanté con LA RESACAAAAAAA del siglo, habiendo dormido cuatro horas después de dos noches seguidas de juerga. Ese momento vital en que piensas que ¡nooooooooo, tú no tienes treinta y cinco años!!! ¡Tú tienes VEINTIQUINCE! ¡Por Dios!!!
¡¡¡¡ILUSAAAAAAAA!!! Dice tu resaca al día siguiente.

¡¡¡¡ILUSAAAAAAAA!!! Clama tu cabeza retumbando cuando alguien sube la voz más allá de un susurro.

¡¡¡¡ILUSAAAAAAAA!!! Chilla tu estómago ante el alimento sólido que pretendes ingerir.

Y finalmente, lo peor...

¡¡¡¡ILUSAAAAAAAA!!! Gruñen tus tripas con ese mal cuerpecito que se te queda y que te pide ir al baño cada dos por tres al día siguiente....

Pero teníamos que aprovechar el fin de semana, así que mis amigas me amenazaban con arrastrarme a la playa y no tuve más remedio que ponerme encima la primera camiseta que pillé y un bikini que asomaba por el suelo. ¡Para cuidar y pensar el look estaba!

Y allí estaba yo, muriéndome en una tumbona en la playa, intentando sin éxito que el agua fría del mar me hiciese recuperar todas las neuronas que había matado el día anterior y se llevase mi dolor de cabeza.

Y de repente recibo un mensaje de Pancho, en ese estado ya ni me acordaba de él, y me dice: “Vamos a vernos, tomémonos un café esta tarde.”

Y se suscita el debate, ¿quedo o no quedo? Mis amigas, muy voluntariosas ellas, animándome a quedar y yo dudando....

A favor: vives fuera, si no quedas ahora, no lo harás, porque hacerse 500 kilómetros para conocer a una persona, pues así, de primeras es, cuanto menos, difícil.

En contra: pero si tengo la cara de otra, estoy sin maquillar, tengo el pelo lleno de sal y hecho un desastre, cara de resaca, no he dormido, tengo la voz de Manolo, y en unas horas debemos estar en el aeropuerto, y lo peor, me estoy CAGANDOOOOO......

Mis amigas: ¡Baaah! Estás guapa, seguro que le vas a gustar, ¡si tú eres guapa así, al natural!

Total, que me dejé convencer y quedé.  Pensé: “Si este tío es un CAPULLO en realidad, qué más da, me tomo un café y listo.”

Le avisé de que iba directamente desde la playa y que no podía quedarme mucho tiempo, porque tenía un avión que coger para volver a casa.

Y allí aparece PANCHO:

Pancho......... Con sus 187 centímetros de altura.

Pancho................... Guapo.

Pancho....................Mandíbula cuadrada y espalda de posible empotrador.

Pancho................... Sonrisa perfecta.

Pancho................... Recién duchado, perfectamente vestido con unos vaqueros que le sentaban de escándalo y oliendo a limpio.

Y allí estaba yo:

Amanda.................... pelo lleno de sal, duro como el cartón piedra y pegado a la cara.

Amanda.....................ojerosa como un oso panda.

Amanda o más bien Amando………. con la voz como Darth Vader.

Amanda.....................con una camiseta vieja y unas chanclas de publicidad.

AMANDAAAAAAAAAAAAAAA.... ¡TÚ ERES TONTAAAAAAAA!!! Mi cerebro gritaba en mi interior, mientras intentaba atusarme el pelo, darle un poco de forma (algo materialmente imposible), pellizcarme las mejillas para eliminar la cara de zombie protagonista de Walking Dead, aclarar la garganta intentando poner voz de falsete, mientras ese TÍO BUENORROOOOOOOOO se acercaba a mí... Y sólo podía pensar: ¡Ay! ¡Si me hubieras visto ayer!!!!!!! Taconazo, vestido espectacular, melena suave y sexy....

Tomamos el café y después de una horita charlando, nos despedimos cordialmente porque tenía que prepararme para retomar mi regreso a casa y mis amigas estaban en el hotel con las maletas hechas esperándome.

Llego a la habitación, me miran expectantes, las miro de vuelta y les suelto: ¡Un desastreee!!! ¡Estaba buenísimoo!!! Pero ellas, que siempre ven la belleza que hay en mí, me insisten: “seguro que le has encantado Amanda, te escribirá, ya verás....”

Me ducho, me arreglo a todo correr, cogemos un taxi directo al aeropuerto, vuelvo a casa y ya en el sofá, a las diez de la noche, zappeando, se produce la siguiente conversación en el grupo de amigas de “solteras y estupendas”:

Mis amigas: "Amanda, ¿Te ha escrito? ¿Sabes algo?"

Yo: "Nada, no sé nada, pero aún es muy pronto… ¿no?"

Aunque la mejor representación gráfica de mí misma era la siguiente:



A la mañana siguiente vuelven a preguntar con ese tonito de preocupación: "¿alguna novedad?" Y entonces me fijo y… ¡Uy! No me aparece su foto de perfil de Whatsapp…
Pienso, voy a ver en la aplicación, y…. ¡Uy! ¡Su perfil ha desaparecido de la aplicación!

Y NO, no penséis que se había enamorado de mí perdidamente y había renunciado a ligar más porque yo era la mujer de su vida y había decidido que nadie llegaría a igualar mi naturalidad, NOOOO… Pancho no me volvió a llamar, y AÚN le pregunto a mis amigas cuál creen que es la razón….


No sé por qué, pero sea la que sea, yo a la próxima cita voy con mi pelito arreglado, habiendo descansado, con mi voz de mujer y sin necesitar ir al baño cada cuarto de hora.... Vaya a ser que aparezca otro Pancho en mi vida y ese, ese SÍ que no se me escapa.
(Mientras tanto, aunque solo sea por mantener la dignidad, mis amigas y yo lo hemos bautizado como… Pancho el Mamarracho.)
Amanda Bols


2 comentarios:

  1. Amanda!!! Bienvenida al mundo blogger! Me ha encantado tu historia, estoy contigo, nunca más con el pelo de cartón!!! Me gusta tu blog, creo que tenemos muchas cosas en común!
    Besosss

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchísimas gracias María por tu comentario y por tu bienvenida.
      Yo también creo que tenemos muchas cosas en común, sobre todo después de haberme divertido mucho leyendo tus tuits y tu blog.
      Seguiremos compartiendo historias ;-) Besos guapa.

      Eliminar