Los domingos son peligrosos, muy
peligrosos, sobre todo si estás soltera.
Si saliste el sábado, lo más
probable es que te encuentres en un estado vegetativo en el sofá por los
excesos del alcohol de la noche anterior, o por haberte acostado muy tarde, es
decir, después de las tres de la mañana. Porque seamos sinceros, pasados los 30
ya no eres el animal nocturno que solías ser ni te recuperas igual de una noche
de juerga.
Por otro lado, si ha sido un fin
de semana en el que has decidido quedarte en casa tranquila, la soledad te
pesará más que nunca ese día, no sé por qué, pero así es. Y te debatirás entre
escribir a tu ex, o peor aún, al último tío con el que has estado liada. Ese
con el que sabes que no fue a más porque no tenía futuro, pero ahora te parece
un plan apetecible volver a verle porque se difuminan los contras que le veías
en su momento.
Si consigues superar la tentación
de escribir a un hombre que ya no está en tu vida (y por algo será) pasarás a
la fase de desesperación nivel: ¡voy a
morir soltera!!!!!!!
Por eso, cuando la siguiente vez
que quedas con tus amigas (las de verdad, aquellas con las que puedes ser tú
misma en estado embrutecido por las hormonas, un corazón roto, alcohol, etc.) y
empiezan a hablarte de su experiencia en redes sociales para ligar, ya no te
parece tan descabellado abrirte un perfil.
Te hablan de Tinder, POF, de “una
amiga de una amiga se casa el año que viene y conoció a su novio en esta red
social”, incluso te enseñan la app para que veas cómo funciona y lo fácil que
es. Te animan a probarla y ese es el...
¡MOMENTO!!!!!!
Se produce un hito importante en
tu vida de soltera, porque justo aquí
👇
comienza tu relación de amor-odio por estos sitios en los que borrarás
y crearás varios perfiles a lo largo de los próximos meses, de manera casi
compulsiva, dependiendo del aburrimiento y decepción que te generen los
posibles candidatos a conquistar tu corazón, de tu grado de desesperación
sentimental, de lo aburrida que estés, e incluso de la fase hormonal y
premenstrual en la que te encuentres ese día.
Pero volvamos al momento en que
tu optimismo se ha venido arriba como el Aquarius y dices: ¡Claro que sí! ¿Quién
me dice a mí que no voy a encontrar el amor en este sitio?
Pasarás por las siguientes fases:
FASE 1: ¿Y si me encuentro con alguien
conocido????? Me muerooooooo.
A lo que tus
amigas te rebaten los pensamientos neuróticos con algo categórico: “pero si
todo el mundo está en Tinder, si ves a esa persona es porque obviamente está en
tu misma situación.”
Te convencen,
así que pasas a la siguiente.
FASE 2: Esto es un poco frívolo, ¿no? Yo
soy sapiosexual y los hombres me enamoran por su cerebro, por su personalidad y
el físico no es lo primero.
Sí, sí, eso lo
decías antes de entrar y empezar a mover el dedo frenéticamente en
desplazamientos rápidos; ¡como el que busca alquilar un piso en idealista, descartando
por la foto y mentalmente diciendo Nexttttttttttt!!! Y de repente descubres que
tenías el alma de una directora de casting de modelos masculinos dentro de ti y
no lo sabías.
FASE 3: Empiezas a vivir la agonía (ahora en
el mundo online) de que ninguno de esos tíos buenorros te habla.
Puede que hayas
hecho match con alguno que está bien, pero de ahí a una conversación
interesante va un mundo…
Descubres que
todos hacen surf, snowboard o deportes súper molones, mientras que con suerte
tú te arrastras hasta el gimnasio un par de veces por semana.
FASE 4: Pero qué majo es todo el mundo,
ainsss mirad cuántos corazones… ¡Un súper like!!!
Tu ego empieza a
inflarse en función del número recibido de flechazos, likes, match, súper likes
o lo que sea que se estile en ese sitio. Acabas hablando a la vez con diez
tipos, sintiendo que vives en un déjà vu constante con la misma conversación y
empiezas a sufrir lapsus de memoria de a quién le has dicho qué, en qué trabaja
quién y mezclas datos en tu cerebro que se ve desbordado por tanta información.
FASE 5: He conocido a un tío que me mola
mucho, bueno a varios, les doy mi WhatsApp, ¿no?
Repetimos la
fase anterior pero ahora vía WhatsApp, con un menor número de candidatos,
porque ya han pasado la criba solo unos pocos afortunados.
Por cierto, eso
de “dame tu número de teléfono porque no me gusta hablar por aquí” está muy
trillado, no te sientas especial, lo hace con TODAS.
De repente estarás
pendiente del teléfono a cada notificación que te suene y empezará a ganar
puestos el que sepa currárselo mejor (no el que esté más interesado en ti,
¡ojo!), poniéndote una sonrisa tontorrona cuando te escriba para darte los
buenos días, desearte buenas noches, enviarte una canción, etc.
Sí, reconozcámoslo,
los profesionales del ligoteo mediante las nuevas tecnologías son eso:
PROFESIONALES y EXPERTOS en la materia y lo hacen MUY bien.
FASE 6: Llega la hora de quedar, ¿y si es
un psicópata?
Cuando por
primera vez te decides a quedar con alguien a quien has conocido por Internet
lo primero que pasa por tu mente es que pueda ser un asesino en serie (sí, a
todas nos ha ocurrido).
Luego te relajas
un poco, aunque no del todo. En mi caso y en el de mis amigas nos hemos llegado
a enviar localización por WhatsApp por si había alguna emergencia, que se pusiera
alguna su disfraz de súper heroína y viniera a rescatarme y a patearle el culo
al energúmeno en cuestión. Una magnífica estrategia de seguridad, está claro,
¿no?
Y cuando quedas con ÉL… Ay, cuando quedas con él. Ahí se
produce otro hito importante en tu vida y comienza una nueva etapa llena de
anécdotas memorables que os contaré otro día y por capítulos. 😏
Amanda Bols
Si te preguntan, nos conocimos en el supermercado y yo no tengo Tinder
2ª PARTE, próximamente...